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Hay un tiempo para todo, y una estación para cada actividad bajo los cielos: Tiempo de nacer y tiempo de morir… Tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de llorar y tiempo de bailar… Tiempo de desgarrar y tiempo de reparar1.
Este pasaje del Eclesiastés se ha utilizado desde hace tiempo para resumir la naturaleza cíclica de la vida. Trascendiendo su contexto bíblico para entrar en el léxico cultural, los versículos encarnan una verdad existencial atemporal: para honrar la plenitud de la vida, debemos apreciar sus cimas y sus valles, sus alegrías y sus penas. Mientras seguimos lidiando con las repercusiones de la pandemia de Covid–19, las lecciones de los versos resuenan, nos desafían a procesar las múltiples pérdidas que hemos sufrido y suscitan nuevas preguntas: en el capitalismo tardío, en el que el trabajo incesante es un requisito para la supervivencia, ¿cómo podemos dejar espacio para la tristeza?
En su exposición a time to tear and a time to mend, el colectivo de artistas y comisarios SUPERCOLLIDER da nueva vida al adagio bíblico, presentando una exploración multimedia del luto. El acto pone fin a su programa anual SciArt Ambassador, que apoya a mujeres artistas emergentes, no binarias y transexuales de Los Angeles en el comisariado de exposiciones en la intersección del arte, la ciencia y la tecnología. La muestra experimenta con tecnologías digitales y analógicas, extrayendo su potencial para crear espacios de sanación. Los ocho artistas adoptan una comprensión expansiva de lo que significa sanar al trabajar dentro y más allá de las nociones convencionales de estas tecnologías, y mediante el uso de herramientas que van desde la videografía al lenguaje como conductos de confesión y conexión emocional. A través de esta mirada prismática sobre el duelo y las tecnologías a través de las cuales se transmuta, la exposición inmersiva imagina un espacio seguro para hacer las paces con el duelo.
En su video–performance Now a Room, Now a Landscape [Ahora una habitación, ahora un paisaje] (2020), la artista Erin Cooney recorre un laberinto construido por ella misma en la casa en la que estuvo aislada durante la orden de “seguridad en el hogar” de Los Angeles. Cooney colocó cámaras GoPro a sus pies mientras recorría el espacio, mostrando las intimidades únicas entre nuestros cuerpos y los lugares que habitamos durante el aislamiento. A medida que Cooney recorre su laberinto doméstico durante los 23 minutos de grabación, sus gestos son cautelosos y calculados, reflejando ese momento de estremecedora soledad e incertidumbre. La obra de Cooney desdibuja los límites entre lo público y lo privado e invita al recuerdo mutuo a través del uso de la tecnología para guardar con cuidado común agravios que de otro modo quedarían aislados.
Situada en el centro de la exposición, Cried Listening to the News Again [Volví a llorar escuchando las noticias] (2020), de Cara Levine, amplifica el tono confesional de Cooney. El título de la obra aparece deletreado en globos flotantes de papel de aluminio suspendidos del techo y ligeramente atados entre sí. Las palabras flotantes evocan los titulares de la pandemia, los cortes de radio y las pérdidas cotidianas que parecían a la vez dolorosamente reales e incomprensibles, facilitando de inmediato un encuentro con nuestro dolor colectivo. La obra que se instaló por primera vez en el patio del complejo de apartamentos de Levine en Hollywood durante la orden de cuarentena “Safer at Home” de 2020 experimenta con el lenguaje escrito como tecnología analógica y utiliza el texto para transmitir solidaridad intencionada y pública con quienes comparten el espacio que ocupa. Como reliquia de ese gesto inicial, la instalación de Levine caracteriza la exposición en su conjunto, y las obras que la rodean orbitan y se hacen eco de su lúgubre sentimiento.
A la derecha de los globos de Levine, la instalación de video de Jody Zellen, Photo News, January 1,2019 – September 15th, 2022 [Fotonoticias, 1 de enero de 2019-15 de septiembre de 2022], comprende un extenso montaje de titulares del New York Times y Los Angeles Times que representan la pandemia y los simultáneos disturbios políticos, sociales y económicos. Zellen transforma fotografías extraídas de la sección de noticias internacionales o mundiales de los periódicos, recortándolas y modificando sus niveles de color y contraste hasta que parecen recortes planos en dos tonos. El resultado es una serie de imágenes muy saturadas cuyos matices inquietantes resaltan el carácter surrealista de las realidades a las que hacen referencia. Sobre ellas se superponen retazos de titulares —frases como “la variante del virus se extiende” y “la desesperación se agrava” chocan con otras, como “se necesitan mayores beneficios” y “vuelta a la vida normal”, demostrando la tensión inherente entre millones de vidas perdidas y la implacable producción capitalista—. La cacofonía de titulares de Zellen da voz a las realidades singularmente fragmentadas que ahora habitamos, otorgando a la disonancia cognitiva de este tiempo una reconfortante legitimidad.
Como antídoto contra los sistemas de poder que nos harían volver a la “normalidad” a toda costa, las expresiones sin complejos de revelación emocional y vulnerabilidad de estos artistas se convierten en poderosos actos de resistencia. Mediante el uso experimental de diversas tecnologías para metabolizar su dolor, los artistas descubren nuevos espacios de conectividad en una sociedad cada vez más desconectada. Cartografiando el accidentado terreno de nuestro dolor colectivo, nos animan a procesar los cambios sísmicos que hemos sufrido, ofreciéndonos un permiso radical para sentir las penas del presente y honrar los múltiples y complejos ciclos de nuestras vidas.
Esta reseña se publicó originalmente en Carla numero 31.