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En diciembre de 2022, durante su primer día en el cargo, la alcaldesa de Los Angeles, Karen Bass, declaró un “estado de emergencia sobre las personas sin hogar”1. Ser propietario de una vivienda sigue siendo un objetivo inalcanzable para muchos, y se calcula que cerca de 100 000 personas viven en viviendas provisionales o carecen de cobijo en Los Angeles2.
Estacionada a las puertas del Hammer Museum, la vivienda móvil de la artista Dominique Moody, una obra de arte utilitaria bautizada N.O.M.A.D. (2015–23), podría percibirse a primera vista como un incómodo recordatorio de los 1,6 millones de californianos que se asoman al abismo de la falta de vivienda3. A la vez una vivienda personal, una obra de arte y un modelo para el futuro, el proyecto cuidadosamente diseñado de Moody desafía las ideas erróneas, los prejuicios y los temores que rodean a la crisis humanitaria. La presencia de N.O.M.A.D. en el Hammer no resultaba tanto una denuncia de los fracasos de los políticos como la propuesta de una alternativa imaginativa, creativa y generadora a la vivienda asequible. El proyecto de Moody, en el que realmente vive, pone de manifiesto la necesidad de una vivienda estable para una práctica artística saludable, al tiempo que defiende que la creatividad y la participación pública tienen cabida en la resolución de la crisis de la vivienda. N.O.M.A.D. sirve como un ejemplo de cómo vivir con seguridad en condiciones precarias, que se han vuelto aún más hostiles por la inactividad de los políticos y la rigidez de la burocracia.
Mientras duró Acts of Living [Actos de vivir], Moody pasó aproximadamente ocho días, en lapsos de cuatro horas, en su diminuta casa. N.O.M.A.D., acrónimo de Narrative Odyssey Manifesting Artistic Dreams [Odisea Narrativa que Manifiesta Sueños Artísticos], tiene apenas 150 pies cuadrados. En un principio, la obra iba a situarse en el patio monumental del museo, donde estaría protegida por los muros de la institución4. Pero al no caber por las puertas, N.O.M.A.D. fue estacionada en la entrada trasera del museo, en Lindbrook Drive, durante el tiempo que duró la exposición. La obra de Moody era la única de la exposición situada fuera del contexto museístico y, decepcionantemente, la única que abordaba las disparidades a la hora de encontrar refugio en Los Angeles5. A través de N.O.M.A.D., Moody se posiciona como “arquitecta ciudadana”, un concepto de una década de antigüedad que implora a los creativos que asuman el papel de la defensa cívica en su práctica. Aunque Moody no es arquitecta de profesión, su práctica artística encarna los principios básicos de una arquitecta ciudadana, fomentando el compromiso cívico con la comunidad, comprendiendo las necesidades de esta e infundiendo alegría y participación pública a su práctica profesional6. Irónicamente, Moody solo puede asumir este papel fuera de los límites intrínsecamente excluyentes de las instituciones artísticas.
Moody diseñó N.O.M.A.D. de forma independiente empleando materiales sostenibles y recuperados, como acero, puertas de lavadoras y secadoras, y madera de granero reutilizada. Enganchado a una grúa Ford de los años 50, el espacio habitable de N.O.M.A.D. tiene capacidad para que entren dos visitantes cada vez. En cada una de sus sesiones públicas de cuatro horas, Moody habló con cerca de 70 visitantes, cada uno de los cuales se fue con una postal y anécdotas reflexivas sobre las experiencias de Moody en su espacio edificado. N.O.M.A.D. tiene un amplio porche fabricado en madera, donde una rama de árbol que parece emerger de debajo de la tarima actúa a modo de columna decorativa. A cada lado se sitúan dos apetecibles sillas plegables, y en la pared de la vivienda encontramos adosado un buzón. Para entrar, hay que pasar por debajo de un globo terráqueo recuperado, que sirve de recordatorio de los viajes, del estilo de vida itinerante de Moody y de los constantes traslados de su familia militar en su juventud. Las ventanas están cubiertas con las obras de collage fotográfico transparente de Moody, que combinan imágenes de fachadas de edificios, carritos de la compra y partes del cuerpo en arreglos enmarcados por madera rescatada. Las bancas del pequeño espacio interior están adornadas con telas teñidas de índigo y un tragaluz se cubre con aluminio perforado para reflejar el calor. El espacio cuenta con todo lo esencial para un hogar confortable, incluida una regadera, un retrete, una cocina con un especiero y una zona para dormir.
Se puede argumentar que N.O.M.A.D. pertenece a la categoría del arte de ensamblaje. En los Estados Unidos de la posguerra, los artistas del ensamblaje hacían uso de materiales que encontraban para producir objetos que abordaban diversos temas y acontecimientos sociopolíticos, como el Movimiento por los Derechos Civiles y la guerra de Vietnam. El arte del ensamblaje como medio de crítica social prosperó especialmente en Los Angeles, por lo que no es de extrañar que el medio fuera un punto focal en Acts of Living, que tomaba el icónico proyecto de Watts Towers de Simon Rodia como guía curatorial. Moody, que padece una discapacidad visual, se inclinó por las técnicas de ensamblaje durante sus estudios de Bellas Artes en la UC Berkeley a finales de la década de 1980. “Perdí parte de la vista”, señaló en nuestra conversación, “pero no perdí la visión”. El ensamblaje resultó ser una práctica artística más accesible, una forma de narrar su propia experiencia como “persona nómada, contemporánea y occidental trescientos años después de la esclavitud”. A modo de nexo entre la primera generación de artistas negros del ensamblaje, como Ed Bereal, Melvin Edwards y Betye Saar, y los que han llegado después de ella, Moody describe N.O.M.A.D. como un “acto de vivir”, usando las mismas palabras de Noah Purifoy que están inscritas en una placa de Watts Towers y de las que la exposición toma su título. Como proyecto activo y representado, la obra funciona como un ensamblaje no solo de materiales, sino también de recuerdos, emociones, historias y personas. La idea de hogar de Moody, dinámica y en continuo cambio, no está ligada a un lugar fijo.
Como arquitecta ciudadana, artista del ensamblaje y practicante del arte como ejercicio social, el N.O.M.A.D. de Moody existe en un espacio liminal entre el arte y la vida, lo privado y lo público, dentro de la institución pero fuera de ella. Su obra se convierte en un espacio seguro para los integrantes más marginados de la sociedad: en una ocasión vi a un excéntrico personaje icónico de Westwood Village llamado Papa Cyrus visitar N.O.M.A.D. Con un carrito de la compra lleno de orquídeas, le regaló a Moody unas flores que ella expuso en su mesa. Me pregunté si se habrían producido interacciones tan espontáneas si la casa móvil hubiera cabido por las puertas del museo. Seguramente no, ya que los museos siguen siendo espacios excluyentes a pesar de sus muchos esfuerzos por la inclusión. La capacidad de N.O.M.A.D. para existir fuera del Hammer Museum extiende su impacto a un grupo más amplio de personas, activando el proyecto de maneras imaginativas. En 2015, Moody aparcó N.O.M.A.D. en Leimert Park Plaza, donde los vecinos sin hogar se turnaron para visitar a la artista y compartir con ella cómo les hacía sentir el espacio. Moody me contó que los funcionarios municipales estaban sorprendidos por su capacidad para conectar con personas que se habían negado a hablar con ellos. Facilitadas por N.O.M.A.D., estas intervenciones públicas invitan a un ensamblaje de historias y conversaciones; también apuntan a los límites de la burocracia para resolver la falta de vivienda y demuestran la eficacia de la creatividad en la gestión de los problemas más complejos de la ciudad7. Y lo que es más importante, el proyecto de Moody crea un espacio para la conversación y la conexión, un paso crucial a la hora de abordar las inequidades en nuestras comunidades que a menudo es pasado por alto por los manejos de la burocracia.
La obra de Moody evoca la crisis de la vivienda al tiempo que imagina soluciones para ella, trastocando en el proceso nuestras ideas de refugio, creación artística y espacio público. En nuestra conversación, habló de un posible proyecto en el que los contenedores de transporte, utilizados habitualmente como viviendas temporales, podrían colocarse en predios vacíos de la ciudad. Siguiendo el modelo de los condominios horizontales de California [bungalow court], Moody imagina de seis a ocho de estas viviendas portátiles similares a las de N.O.M.A.D., unas frente a otras y con un patio central compartido: “Los vecinos se acogerán y protegerán mutuamente. No tiene por qué ser algo horrible de lo que la gente tenga miedo. Hoy, mucha gente siente miedo”. En este caso, Moody hace referencia a la oposición del público en general a la construcción de viviendas asequibles en sus barrios residenciales8. Crear espacios privados y dignos al tiempo que se fomenta la camaradería es la piedra angular de la práctica de Moody. Como proyecto móvil, N.O.M.A.D. conecta varias comunidades y regiones, como demostró la forma en que se integró en Westwood Village. Aunque las soluciones creativas de Moody rozan la utopía, sus preocupaciones exigen una atención seria: “Si [los artistas] queremos quedarnos en esta ciudad, esto es lo único que está a nuestro alcance”. La inclusión del proyecto de Moody en Acts of Living es importante en la medida en que pone en práctica principios conceptuales básicos de la exposición, en particular el objetivo curatorial de mostrar cómo “la creatividad puede entretejerse con los términos ordinarios de nuestras vidas”9. Sin embargo, al quedar notablemente separado del resto de la exposición, el significativo trabajo de Moody destinado a la comunidad se percibió como una misión solitaria, más que como una misión que implicara a la institución.
Esta ensayo se publicó originalmente en Carla número 35.