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Umar Rashid ha dedicado 15 años a desarrollar una compleja y épica historia colonial inventada a la que llama el Frenglish Empire (1648–1880). Este reino ficticio creado por Rashid reimagina los horribles cimientos globales-coloniales sobre los que se ha construido gran parte del mundo globalizado. En Garde / On God [En garde / sobre Dios], su última exposición en Blum & Poe, acercó esta narrativa más cerca de casa: el sur de California a finales del siglo XVIII. Retratos de tamaño natural, intrincadas escenas de batalla plagadas de anacronismos y artefactos “históricos” construyen la narrativa inventada por Rashid, haciendo que la experiencia sea como entrar en un universo alternativo, aunque transmitiendo una crítica mordaz de este.
Los motivos recurrentes emergen a través de las pinturas con un aspecto caricaturesco y duro: frailes de tres cabezas sonrientes observan las batallas territoriales por las tierras nativas en las que las decapitaciones y amputaciones representadas de forma casual se desarrollan bajo las imponentes palmeras de California. Entre los conquistadores, los combatientes y las víctimas, cuyas razas y géneros a menudo se invierten de forma inesperada, aparecen las piedras angulares de la cultura estadounidense del último medio siglo: Megatron, Silver Surfer, un Star Destroyer y varios iconos automovilísticos de los años 70 (siempre conducidos por un moderno dúo Jesús Negro/Jesús Blanco). Personajes surrealistas y afrofuturistas con gafas y trajes espaciales se unen a las escenas caóticas de todo a la vez, como conductos entre el pasado y el futuro. Sin embargo, esta casa de diversión de las referencias también muestra las atrocidades de la historia que el público de los dibujos animados del sábado por la mañana se ha ahorrado.
Sin embargo, en lugar de trivializar las escenas de batalla más atroces que Rashid retrata, estas muestras casi olvidadas de nostalgia pop y de dibujos animados subrayan el vínculo inextricable entre la brutalidad histórica y la creación de la cultura, ya que están encadenadas a lo largo de la misma línea de tiempo, representadas aquí con trazos de pintura aparentemente sin esfuerzo. El tiempo, el espacio, la política, la cultura pop, la violencia y la frivolidad colapsan y ponen en primer plano la profunda interconexión de los acontecimientos históricos con nuestro presente y nuestro futuro. Rashid utiliza un plano de imagen inclinado, eliminando la profundidad ilusionista, que parece enfatizar aún más este aspecto. Por ejemplo, los cinco cuadros de la batalla —cada uno de 72 pulgadas cuadradas— derraman su contenido hacia adelante de modo que todos son visibles en un plano aplanado, la escala relativa entre los elementos es borrosa e irrelevante. En esta compresión de la perspectiva espacial y relativa, parece adecuado que el tiempo histórico, la realidad y la ficción sigan el mismo ritmo.
Las dos pinturas de Battle of Coachella [La batalla de Coachella] Part 1. Day 1. [Parte 1. Día 1.] y Part 2. Day 2. [Parte 2. Día 2.] (todas las obras son de 2021; los largos títulos de Rashid que hacen referencia a la desinformación, las redadas y la terapia de conversión se han abreviado para facilitar la lectura) representan una batalla ficticia del siglo XVIII en el Inland Empire, que coincide con el festival de música del mismo nombre. En Part 1, el escenario, sus monolíticos altavoces y una banda de mariachis eclipsan el caos que se vive en la parte inferior. A juzgar por los numerosos uniformes y estilos de vestimenta, hay más de dos bandos luchando, aunque luchar no sea la mejor palabra, ya que muchas de las figuras están simultáneamente surfeando entre la multitud y cortando cabezas y brazos mientras la banda los anima. La “batalla” transmite poca sensación de furia: las figuras están en poses ambiguas que podrían interpretarse como bailes o peleas, y sus expresiones faciales apenas comunican nada más que una aceptación pasiva de su situación. Al mezclar la supuesta comprensión de los acontecimientos y empujar la experiencia subjetiva a los márgenes de la coherencia, Rashid no solo hace una declaración más amplia sobre la historia como algo unilateral —y típicamente narrada por el vencedor—, sino también sobre la facilidad con la que la brutalidad y la violencia reales se borran a menudo o se vuelven a empaquetar como entretenimiento.
Posiblemente por ello, la especulativa y extrema reimaginación de la historia que hace Rashid es tan provocadora y desconcertante: es descarada y visibiliza verdades incómodas sobre quiénes se han beneficiado y se siguen beneficiando estructuralmente de los primeros apetitos del imperio. Tal vez el título del mapa que se encuentra por primera vez al entrar en la galería sea una buena muestra de ello: Didn’t we almost have it all? Map of Alta California. 1975. [¿No lo teníamos casi todo? Mapa de Alta California. 1975]. El mapa, “envejecido” (y no poco) con té y café —dos productos básicos que simbolizan la destilación de la conquista en capital y la facilidad con que las etiquetas de precios omiten sus violentos costos—, se presenta como un mapa colonial revisado. Los barcos que se acercan desde el oeste quedan empequeñecidos por el tamaño de las figuras de tierra firme que levantan sus espadas hacia el cielo. Sus posturas, unidas a una pancarta con las palabras “RISE UP RISE” [“LEVÁNTATE, LEVÁNTATE”], sugieren que esta tierra no está para ser tomada.
Juntos, el enfrentamiento que se avecina en el mapa y la escena del cuadro ISS is Mission Control. O, We won? [La ISS es el control de la misión. O, ¿ganamos?] ponen de relieve la narrativa general de la exposición. Sobre un fondo cósmico negro y azul, las referencias a la ciencia ficción y las cintas mixtas flotantes comparten espacio con los astronautas de piel oscura y los motivos indígenas pintados en el costado de una cápsula espacial. Un Star Destroyer se estrella en una tremenda explosión en el centro del lienzo bajo una ominosa mano roja que se dirige al espectador. Lejos de una visión utópica del futuro, la obra crea un vínculo que une el pasado, el presente y el futuro, tanto en la historia imaginada por Rashid como en la realidad. Presumiblemente una visión de un mundo mucho después de la derrota de los ingleses, ISS retrata un tiempo rebosante de sus propias batallas contra fuerzas alienígenas y cibernéticas, provocando posibilidades de futuros muy diferentes a los imaginados por el público de Star Wars [La guerra de las galaxias] en 1977, 1999 y 2021. Al unir elementos aparentemente dispares, los cuadros de Rashid destacan el brutal vínculo entre la producción cultural y la atrocidad humana a lo largo de la historia de Estados Unidos. Esta incómoda realidad puede y a menudo es deformada, reinterpretada o ignorada por completo, reconocerla mientras se imagina un futuro más interseccional puede ser un paso hacia la creación de un presente más liberado.
Esta reseña se publicó originalmente en Carla número 27.