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Roger and friends, la reciente exposición de Candice Lin en Friends Indeed, incluía siete óleos que representaban a su gato homónimo Roger y que nunca estuvieron destinados a ser vistos por el público. Sin embargo, al igual que el intercambio entre lo privado y lo público se ha vuelto cada vez más confuso bajo los parámetros de una vida doméstica asfixiante e impuesta por la pandemia, también lo ha sido la relación de un artista con la obra que realiza en privado y la que ofrece al público. En lo que respecta a pasatiempos específicos de la cuarentena, Lin se dedicó a pintar a su gato, cada retrato pintado en casa con restos de pintura al óleo de cuadros más “serios”1.
Para Lin, estas pinturas íntimas suponen un cambio significativo, no en cuanto al tema (ya que los gatos han aparecido con frecuencia) ni en cuanto a su naturaleza representativa, sino más bien en cuanto al medio y la materialidad, así como en cuanto a la interioridad. Hasta hace poco, la práctica de Lin —nebulosa, rigurosa en la investigación y estratégicamente diversa— no incluía públicamente un medio tan canónicamente eurocéntrico como el óleo extendido sobre lienzo. Asimismo, su obra rara vez ha incluido una visión tan íntima, incluso autobiográfica, de su vida interior. Gran parte de los trabajos anteriores de Lin han ahondado en los legados desestabilizadores del colonialismo, la esclavitud y la migración, centrándose a menudo en la flora colonial (como los hongos).
A la luz de la praxis de Lin, basada en la investigación y orientada al exterior, este giro hacia la interioridad es una nueva perspectiva para la artista. Cuando me puse en contacto con Lin para comprobar algunas de mis suposiciones sobre la obra, me dijo que las pinturas eran una actividad placentera, realizada bajo la creencia velada de que no serían vistas. Como tales, son objetos arrancados del mundo privado (interior) de Lin. Las obras son claramente modernistas en su representación de interiores: aplicación de empastes gruesos, papel pintado con entramado, una plétora de colchas. Sin embargo, a diferencia de los modernistas, para quienes el interior doméstico se convirtió en un significante repetido de la urbanidad moderna, Lin no representa a su gato como compañero de otro protagonista erotizado (por ejemplo, Balthus), ni como alhelí decorativo de la vida interior (por ejemplo, Vuillard), ni como sustituto de la mujer atrapada (por ejemplo, A Room of One’s Own [Una habitación propia]). En cambio, el gato de Lin es un gato —el protagonista de su propio melodrama contemporáneo de cuarentena.
A lo largo de los cuadros, Roger se desliza hábilmente a través de diversas interacciones sociales, con una vida marcada por la movilidad idiosincrática en una época en la que muchos de nosotros estamos aquejados de oportunidades sociales limitadas y de una sensación de perenne claustrofobia. En cada una de ellas, Roger aparece en un hogar aparentemente diferente, atravesando fácilmente la cuarentena como una especie de fantasía indirecta. En Can You See Me [Puedes verme] (2020), Roger corretea por el pecho del padre de Lin, a medio maullar, exigiendo ser visto por un parche que se asemeja a un salero. Mientras tanto, en Dance With Me [Baila conmigo] (2020) se levanta sobre sus patas traseras, boyante, con una zarpa agarrando el dedo extendido de su pareja de baile. En los cuadros se omite cualquier indicación de cómo se desplaza de un interior a otro —los numerosos tête-à-têtes voyeuristas de Roger piden al espectador que considere que el gato domesticado es, posiblemente, uno de los viajeros más adecuados para sortear las normas de confinamiento con adaptabilidad, pandémica o no.
En vez de un comunicado de prensa, el veterano amigo de Lin, el comisario Michael Ned Holte, incluyó una carta que le escribió a Lin —una elección que trata de fomentar la intimidad de la obra—. En ella, descubrimos que los amigos que llenan el carné de baile de Roger son sustitutos ficticios de los seres queridos con los que Lin no puede pasar tiempo dentro. Sin embargo, el hecho de que estos amigos sean ficticios (todos menos el padre de Lin) plantea una pregunta: ¿La movilidad de Roger se basa en su fisicidad o en lo imaginario? Tal vez, en ambos.
Lin sugiere que, además de su destreza dentro de lo doméstico e imaginario, Roger y otros gatos también navegan por la muerte con gracia. En una carta privada que Lin compartió conmigo respondiendo a la carta del comunicado de prensa de Holte, Lin escribe que los gatos “son guardianes… de escenas de ternura y muerte”2. La correspondencia entre Holte y Lin también es tierna. Como sugiere la carta de Lin, Roger observa atentamente a una pareja que parece esperar su inminente separación, uno de ellos pasando a la muerte en At the Death Bed [En el lecho de muerte] (2020). Roger descansa igual de cómodamente en el centro de una cama mientras los gatos-demonios de otros mundos (¿inframundos?) se congregan como si estuvieran alrededor de una mesa en He’s so handsome, what’s his name? [Es tan lindo, ¿cómo se llama?] (2020).
En la misma carta escrita a Holte, Lin asemeja a los gatos con lo que ella considera gatos-demonio: guardianes de las tumbas chinas y los demonios de los espíritus de la tierra que suelen llevar grandes tocados y cuernos que parecen orejas de gato sobredimensionadas. La escultura de cerámica Gonads Vessel (Striped Cat Demon) [Vasija de gónadas (gato demonio rayado)] (2020), colocada aislada en un extremo de la galería, es una vasija de cerámica en la que aparece un diablillo amarillo encaramado a un par de testículos con púas. Lin explicó que, en la mitología china, los gatos demoníacos como Roger y sus andanzas protegen a las almas terrestres y las acompañan amorosamente al inframundo. Al sentarse justo enfrente de la entrada de Friends Indeed, el espíritu rayado parece vigilar la galería, fortificando el espacio interior y a sus visitantes terrestres.
Mientras que la mascota doméstica ha sido alabada como un compañero de cuarentena crucial (que facilita el día a día de los espacios interiores), las pinturas de Lin nos recuerdan que los gatos pueden asumir papeles con una resonancia más espiritual —gatos musas, gatos-demonios— que proporcionan más lecciones de comportamiento para los humanos. En medio del creciente número de muertes en Estados Unidos y de un ajuste de cuentas global con la mortalidad, las interioridades convergentes de Roger and friends apuntan a estrategias de afrontamiento sobre cómo se puede vivir la vida (en su mayor parte) en el interior con no poco pesar (pero, quizás, con gracia). La suavidad del voyeurismo transitorio de Roger es paralela a las formas en que la pandemia ha suavizado los límites, como indica el hecho de que Lin comparta su trabajo privado de forma tan pública. Al hacerlo, también complica la excepcionalización de las pinturas “buenas” frente a las “malas”, los temas “serios” frente a los “triviales”. Lin retrata una vida interior que sitúa la cotidianeidad doméstica y lo paranormal codo con codo —ocultando las distinciones entre lo público y lo privado, lo real y lo ficticio, el trabajo y el ocio—, sugiriendo que tal vez la estrategia más adecuada para hacer frente a una vida pandémica sea rendirse a morar en el espacio intermedio entre falsos binarios.
P. D. Escribo esto desde la cama mientras mi gato Fern (que, como Roger, es blanco y negro) compite por atención en mi pecho.
stephanie mei huang es una artista interdisciplinar afincada en Los Angeles. Considera que la identidad escurridiza y camaleónica es una forma de infiltración: una inversión del poder blando dentro de las arquitecturas duras del poder. Utiliza diversos medios y estrategias, como el cine/vídeo, la escritura, la escultura y la pintura. Recientemente, ha completado su máster en arte en el California Institute of the Arts (2020).
Este ensayo se publicó originalmente en Carla issue 23.