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Hacerse un hueco en el mundo del arte puede resultar desalentador. Para Paulina Lara, era una necesidad. La curadora y productora convertida en directora de galería fundó LaPau Gallery en 2021 para desarrollar y expresar su voz curatorial. Anteriormente había organizado exposiciones y programas de forma independiente con ONE Archives en la University of South California (USC Libraries), OXY ARTS y otros lugares, aunque nunca ocupó un cargo curatorial formal en una institución.
En un período relativamente corto de tiempo, tan solo tres años, Lara ha establecido su galería de Koreatown como un vibrante espacio comunitario y una plataforma que pone de relieve algunos de los talentos más vanguardistas de la ciudad. Ha presentado diez exposiciones de artistas de Los Angeles y del extranjero, y también ha organizado programas musicales y eventos efímeros (pop-up) en la galería y en otros lugares en colaboración con Nike, Jarritos y el colectivo musical Mas Exitos.
Los intereses de Lara son tan dinámicos y variados como los artistas que ha expuesto. Su primera exposición, Grounding, Prevent from Flying [Plantarse, evitar que vuele] (2021), de Gabriela Ruiz, abordaba la idea de plantarse en medio de una crisis existencial. La inmersiva instalación azul de Ruiz invitaba a los espectadores a adentrarse en su mente, simulando la regulación emocional a través de pinturas saturadas de color, una caja de arena que cubría todo el suelo de la galería y un paisaje sonoro original. El proyecto más reciente de Lara con los hermanos Ángel y Fernando Poyón, afincados en Guatemala, resume su interés por el intercambio cultural global y el papel del arte en la conservación de la memoria ancestral y colectiva. Como escribió Tina Barouti, la escultura de maíz de Fernando Poyón, tallada con lápices amarillos, rinde homenaje a los conocimientos ancestrales y las prácticas agrícolas de los mayas kaqchikeles: los lápices transforman el tallo de maíz en un “instrumento de recuerdo” y reflejan los esfuerzos de los artistas por registrar, preservar y promover los rituales y creencias kaqchikeles.1
La historia y la memoria sirven de hilo conductor en varias otras exposiciones, como Servicios Express (2022), de Jazzy Romero, que presenta una película de cuarenta y siete minutos estructurada en torno a una historia oral íntima que pone de relieve cómo la historia de la migración de la madre de Romero se cruza con las historias de los sectores de servicios laborales y alimentarios en México y Estados Unidos. De manera similar, el proyecto de Lara con Jorge G. Balleza, del grupo Sabotaje Media (2022), reveló el momento histórico en el que la cumbia colombiana llegó a Monterrey, México, en los años 80 y 90, a través de la exhibición de raras fotografías, material de archivo y objetos efímeros pertenecientes al aficionado a la cumbia Toño Estrada. Este proyecto es notable por el profundo interés de Lara por la historia de la música latinoamericana, constituyendo un excelente ejemplo de cómo el programa de su galería ha tendido puentes entre el mundo de las artes visuales y el de la música.
A lo largo de una serie de llamadas telefónicas, Lara y yo hablamos sobre su práctica curatorial, discutiendo la importancia del arte, los archivos, la música y la conexión humana en su trabajo. Nuestra conversación comenzó reflexionando sobre cómo nos conocimos en 2014 en el Los Angeles County Museum of Art (LACMA) como parte del grupo inaugural de becarios de la Mellon Summer Academy. Nos mantuvimos en contacto después del programa, consultándonos con frecuencia a medida que avanzábamos en nuestra formación universitaria y, finalmente, nos asociamos para curar nuestra primera exposición juntos, Liberate the Bar! Queer Nightlife, Activism, and Spacemaking [¡Libera el bar! Vida nocturna queer, activismo y creación de espacios] con ONE Archives en 2019.
Joseph Daniel Valencia: ¿Qué estudiaste en la escuela?
Paulina Lara: Fui a un community college de Oakland llamado Laney College. Me interesaban mucho la sociología, las ciencias políticas y la filosofía. Fue muy transformador porque muchos de los profesores eran de diferentes lugares. Muchos de los estudiantes eran extranjeros. Estuve expuesta a muchas culturas diferentes a la vez. En realidad, no me interesé mucho en historia del arte. Tomé una clase de historia del arte, pero no tomé muchas clases de historia del arte hasta que me cambié [de universidad]. Justo antes de trasladarme, conocí a mi querida amiga, San Cha. Era la única persona que conocía que trabajaba en un museo, en el Yerba Buena Center for the Arts (YBCA), en la taquilla. Acabé consiguiendo un trabajo allí y simplemente tomé la decisión: “Esto es lo que siempre he querido hacer”. Siempre me ha gustado el arte. Simplemente tenía sentido para mí trabajar en un museo. Me encanta el ambiente. Me encanta todo.
JDV: ¿Cómo influyó en tu trayectoria trabajar en YBCA?
PL: Me trasladé como estudiante de Historia del Arte. Fui a la University of California, San Diego (UCSD). Estudié Historia, Teoría y Crítica del Arte y Estudios Étnicos. Recuerdo la primera clase de historia del arte que recibí, pensé: “¿En qué me he metido?”, porque ¡era un lenguaje completamente diferente! Pero aprendí rápido y el resto fue historia. Di muchas clases de historia del arte latinoamericano, sobre todo, pensando en los diferentes movimientos de México, Brasil y Perú. Sentía que, de alguna manera, tenía que complementar lo que no había aprendido en historia del arte con estudios étnicos. Tomé muchas clases de historia del arte de los nativos americanos, así como de teoría decolonial. Estar interesada, ver las cosas desde una perspectiva tan amplia, con diferentes puntos de vista, ha dado forma a donde estoy ahora, específicamente al trabajo que estoy haciendo ahora con mi programa [de la galería] y mi marco curatorial.
JDV: Hablemos de tu primera exposición, en la que trabajamos juntos, Liberate the Bar! El proyecto exploraba el papel de la vida nocturna queer tanto en el activismo como en la construcción de la comunidad.
PL: Liberate the Bar! fue una exposición muy importante. Sinceramente, fue el comienzo de pensar en qué consiste mi programa como persona que está comprometida con el arte, los artistas, los archivos y la historia. Creo que esa exposición creó el marco de lo que iba a hacer en el futuro.
JDV: ¿Qué es lo que te gustó de la exposición?
PL: Disfruté contando las historias de personas que vivieron esa experiencia. La exposición surgió porque era el quincuagésimo aniversario de Stonewall, y me preguntaste si quería ser cocuradora de esta exposición. Ambos estuvimos de acuerdo en que queríamos incluir la historia de Los Angeles, así como honrar a Stonewall y su legado. Se trataba de la vida nocturna y siempre he conectado con la vida nocturna: era un lugar en el que podía ser yo misma, y todos mis amigos más íntimos nos conocimos en la vida nocturna queer. [En la exposición] pude hablar sobre ese legado de espacios que discriminaban a las personas negras y morenas. Y a partir de ahí empezaron a surgir estos nuevos lugares y espacios. Organicé los archivos y los objetos efímeros procedían de experiencias vividas. Mucha gente compartió sus historias conmigo. Me sentí muy feliz y agradecida de que me dieras la oportunidad de ser cocuradora, porque siempre dijimos que algún día lo haríamos. [Risas].
JDV: ¿Cuáles son algunos de los factores que te llevaron a crear LaPau Gallery?
PL: Quería seguir con la curaduría y conversando con artistas. Y no veía las oportunidades. Quería ver el trabajo que yo quería ver en el mundo y sentía que tenía que crear un espacio para ello. No podía esperar a que llegaran esas oportunidades. Tenía que crearlas para mí, o estaría esperando eternamente.
JDV: Háblame de su programa en LaPau Gallery. ¿Cómo refleja sus intereses y experiencias?
PL: Mi programa reflexiona sobre mi experiencia al haber nacido aquí, en Estados Unidos, habiendo nacido mis padres en Latinoamérica. Pienso constantemente en mis intercambios entre estos países—mi país de origen y el de mis padres—, pero también a través de la música, el cine y el arte, recordando activamente y preservando constantemente. Lo hago pensando en materiales que son comunes o familiares para el artista; pienso en cómo nos relacionamos con algo que nos es familiar.
JDV: He observado que muchas de tus exposiciones tienen un enfoque multidisciplinar. Incluyen arte, archivos, música y mucho más. ¿Puedes explicarnos de dónde viene eso?
PL: Provengo de una familia de músicos por ambas partes. Mi abuelo toca la marimba —de hecho, conseguí una marimba para esta última exposición [en la que se presentó la obra de los hermanos Poyón]—, pero mi tío también tocó en un par de grupos. Así que tengo raíces musicales profundas. Siempre incluiré eso, así como el cine. Así es como veo el mundo, en todos esos medios diferentes. Y cuanto más pienso en los archivos y en la forma en que los reimagino —este año estoy trabajando en varios proyectos pensando realmente en el archivo—, siento que es importante para mí y para mi familia, porque mi familia se trasladó desde sus países a Estados Unidos y en eso se pierde mucho material, se pierden muchas cosas. Las fotos, los archivos y los videos son muy importantes.
JDV: ¿Cómo influye la música en tu práctica curatorial?
PL: No me he dado cuenta hasta más tarde de que en realidad he programado música para todos los espectáculos que he tenido, o he incorporado sonido original. Es tan natural para mí. Y creo que eso es lo que echa para atrás a la gente. Normalmente, si estás metido en algo, estás en una escena, te centras en eso. Yo me concentro en muchas cosas, en distintos tipos de música y de personas al mismo tiempo. Puedo existir en todos esos ámbitos y espacios. No tenemos por qué limitarnos a ciertos moldes, estereotipos o tropos. A mí me gusta romperlos, porque para mí no existen.
JDV: He visto lo dedicada que eres a los artistas con los que trabajas. Por ejemplo, conoces a Gary “Ganas” Garay desde hace mucho tiempo. Le has apoyado desde sus tiempos de estudiante de grado, ha expuesto su obra en LaPau y, más recientemente, has ayudado a montar su obra para Made in L.A. 2023. Cuéntame cómo os conocisteis y cómo habéis colaborado.
PL: Gary y yo nos conocimos en la University of California, San Diego (UCSD). Él era estudiante de grado y estaba a punto de salir del programa superior de arte (MFA), pero conectamos por la música. Le dije que me gustaba un DJ que por aquel entonces era muy underground. En cuanto se lo dije, supimos que seguiríamos en contacto, que éramos amigos. Nos llevábamos muy bien. Gary había colaborado con [algunos de] mis buenos amigos de Bay Area, y a partir de ahí surgió todo. Todos hemos hablado y nos hemos apoyado mutuamente y hemos creado esta pequeña red de peculiares aficionados de la música [risas]. Ha sido algo precioso. Gary tiene un sello llamado Discos Rolas, y lo dirige artísticamente con Alexandra Lippman. Todos nos dedicamos a la música, los conciertos y la producción.
JDV: ¿Cuáles han sido los temas principales de tus proyectos en LaPau, como con tu primera exposición de Gabriela Ruiz?
PL: Esa [exposición] era el futuro, el pasado y el presente, todo al mismo tiempo. Se mira a su pasado en el futuro y luego miras a tu pasado con el sonido. La caja de arena era una reflexión sobre la memoria y la infancia. Está en este espacio liminal. Y Jorge [G. Balleza] trabajaba en archivos, comenzando con material de archivo sobre las historias de la clase trabajadora, nuestras historias. Me esforcé por digitalizar todo para que pudiera ser mostrado, [preservando] la historia de cómo esa escena musical [de la cumbia] en Monterrey se convirtió en lo que es ahora.
JDV: Me gusta cómo describes estos proyectos en términos de reflexión sobre ideas interrelacionadas durante un periodo de tiempo más largo.
PL: Sí, porque son todos los temas en las exposiciones. [Los temas de los espectáculos de LaPau] siguen conectando con nuestro pasado, pero también reflexionan y reconocen nuestra posición de haber nacido aquí y aun así siguen intentando honrar historias que hemos olvidado. También doy cabida a la gente. Estoy orgullosa de ello. Estoy orgullosa de todo esto porque es la razón principal por la que abrí la galería. Fue para tener un espacio para existir, pero también para relacionarse con el arte de diferentes maneras. Creo que a la gente le gusta mi espacio porque puede hacer eso. No hay forma correcta o incorrecta de relacionarse con el arte.
JDV: Es asombroso pensar que has organizado casi en solitario diez exposiciones en los últimos tres años. Es decir, casi una exposición por cada estación del año. ¿Cómo lo has conseguido?
PL: Soy muy afortunada de contar con mucha gente que cree en la galería, pero quetambién me ha apoyado en el camino. Estas diez exposiciones han sido increíbles, pero también muy difíciles. Y no me da vergüenza decirlo. Es la realidad, y es la verdad.
JDV: Me has contado en privado que esta conversación llega en un momento importante para ti y para la Galería LaPau. Has organizado tantos proyectos significativos y has afinado tu voz, pero también te encuentras en un momento de reflexión. ¿Qué tienes en mente?
PL: Bueno, cuando pienso en ello, cuando tú y yo curamos [¡Liberate the Bar!], fue un momento en el que las cosas cambiaron para mí porque no creía que pudiera ser curadora. No lo veía dentro de mí, aunque otros sí lo habían visto. Y creo que en ese momento había perdido a seres queridos y pensé: “La vida es demasiado corta para tener miedo”. Eso me impulsó a hacer todos esos espectáculos, a no tener miedo y a seguir adelante. Pero, siendo realistas, la cantidad de trabajo que conllevan las exposiciones no es sostenible para nadie, no solo para mí, ¿sabes? Para todo el mundo del arte. Me estoy tomando un momento para pensar en ello y también para centrarme en lo que es realmente importante para mí o lo que me llena el alma. ¿En qué está conectado mi espíritu con mis antepasados? ¿Qué es lo que me guía? Me está guiando a la música, y es una toma de conciencia increíble y el camino que estoy siguiendo. Así que estoy emocionada.
Esta entrevista se publicó originalmente en Carla número 36.