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Las historias orales de la grandeza africana arroparon mi crianza como una gracia salvadora. Recuerdo con cariño los relatos de mis mayores sobre reinos triunfantes del África Occidental y dinastías egipcias que, en la infancia, sonaban como cuentos populares sobrenaturales. Hoy día, como adulta que porta las cicatrices de un mundo antinegro, sé que mis mayores me estaban regalando un antídoto contra la deshumanización a la que seguramente me enfrentaría: un mapa para la supervivencia espiritual. En la azotea del Metropolitan Museum of Art de New York, rodeada del familiar ethos del lenguaje y simbolismo pronegro, encuentro una celebración similar de la negritud en la obra de Lauren Halsey the eastside of south central los angeles hieroglyph prototype architecture (I) [el lado este del centro sur de los angeles prototipo de arquitectura jeroglífica (I)] (2022). La obra es una “biomitografía” escultórica —tomando prestado un término acuñado por Audre Lorde— en la que la mitología, la historia y la biografía se fusionan en un monumento ecléctico al patrimonio cultural negro1.
Creada por la encomienda anual Roof Garden del Met, la instalación de Halsey tiene sus raíces en la tradición familiar afrocéntrica. La nativa de South Central recuerda a su padre —un ávido estudioso de la historia de los faraones— asemejando a los miembros de su familia con la realeza egipcia2. Esta insistencia en los linajes nobles perdura en la obra de Halsey, la cual se centra activamente en la comunidad negra, tanto estética como materialmente. En 2018, su ambiciosa instalación The Crenshaw District Hieroglyph Project (Prototype Architecture) [El proyecto del jeroglífico del distrito de Crenshaw (Arquitectura prototípica)] en el Hammer Museum utilizó la arquitectura como medio de construcción comunitaria, reinterpretando los jeroglíficos y motivos egipcios en un homenaje escultórico al Los Angeles negro. Su centro comunitario Summaeverythang, que se puso en marcha en el momento más álgido de la pandemia de 2020, ha desarrollado las bases sentadas por la instalación del Hammer, respondiendo a la aceleración de las crisis provocada por la gentrificación y la penuria económica mediante la provisión gratuita de productos orgánicos a los hogares de South Central. Una ampliación de estas iniciativas dirigidas hacia la comunidad, the eastside of south central, mezcla el interés de Halsey por la arquitectura liberadora, los jeroglíficos egipcios, la música funk y el afrofuturismo en un ejercicio que alimenta la imaginación política negra.
La instalación (que Halsey tiene la intención de albergar de forma permanente en South Central tras su paso por el Met)3 parece inspirarse en el Templo de Dendur, una estructura egipcia de 2000 años de antigüedad erigida principalmente en honor a Isis, la diosa de la curación y la magia, que hoy se aloja en el Met4. El ambiente sagrado del templo se reaviva en el monumento de Halsey, que diviniza por igual a los seres queridos y a la estética negra. Asentada sobre un basamento de baldosas de 2500 metros cuadrados, la estructura cúbica de 6 metros de altura hecha a base de losetas de concreto reforzado con fibra de vidrio es una obra profundamente interactiva pensada para facilitar un acercamiento en profundidad. Con grandes recortes en dos de sus esquinas, la pieza arquitectónica, cuyas superficies presentan un total de 750 graba-dos, realizados en el estudio de Halsey en South Central, invita a los visitantes a caminar libremente dentro, fuera y alrededor de la estructura. De cada una de las cuatro esquinas del edificio brota una columna independiente coronada con retratos tallados de los seres queridos de Halsey. Las columnas de Halsey, un guiño al templo egipcio de Dendera dedicado a Hathor, muestran a sus primos Damien Goodmon y Diani, a su amigo Barrington y a su héroe artístico afincado en Los Angeles, Pasacio. Alrededor del remix del templo faraónico hay cuatro enormes esfinges que muestran los rostros de más seres queridos: Dominic, el hermano de Halsey, su prima Aujane, su madre Glenda y su compañera de vida Monique McWilliams, quienes contribuyeron decisivamente a la conceptualización de la instalación.
Los grabados de la instalación, un explosivo collage de atuendos egipcios, imaginería del South Central y visiones futuristas, son a la vez mitológicos y biográficos, y crean un espacio en el que la realidad y la tradición coexisten a la perfección. Los grabados de carteles de negocios locales negros que anuncian peinados como trenzas, rastas y ondas de sirena evocan el ambiente cool de Crenshaw Boulevard junto a estilizados jeroglíficos egipcios, una coincidencia que establece conexiones entre estilos y tipografías negras a lo largo del tiempo. Una pared cubierta de oportunas propuestas políticas en las que se lee “¡REPARACIONES YA!” y “En memoria de nuestros antepasados” aparece enfrentada a otra en la que se muestran anjs egipcios, símbolos de la vida eterna. Intercaladas entre estas referencias históricas y contemporáneas, unas vivaces representaciones de platillos voladores, pirámides flotantes y figuras sobrehumanas evocan una óptica afrofuturista, que imagina un futuro negro liberado. Este animado recital de simbolismo atemporal colapsa el tiempo lineal, sugiriendo la interconexión de mitologías antiguas, luchas presentes y anhelos futuristas.
A primera vista, the eastside of south central resulta impactante por su intrincada estética, su imponente silueta y el uso de tipografía en negritas que puede verse desde Central Park y más abajo. Sin embargo, los mensajes más enriquecedores de la instalación son sutiles y enérgicos, y hablan directamente a los espectadores negros en lo que Ralph Ellison llamó “frecuencias más bajas”5. Utilizando expresiones y simbolismos enfáticamente negros como código unificador, Halsey trabaja específicamente para despertar sentimientos de orgullo y conexión entre los espectadores negros. Estas imágenes no se limitan a representar la vida de los negros, sino que son cauces de resonancias ancestrales que activan profundas conexiones con la memoria cultural compartida.
Los paralelismos entre mi crianza y la de Halsey distan mucho de ser una coincidencia. Reflejan algo único en el tejido de la experiencia negra, una conexión que the eastside of south central pone de relieve. Ni históricamente rígida ni revisionista, la exposición habita el espacio generativo que existe entre los hechos y el folclore, desenterrando nuevas formas de entender nuestras herencias culturales y, en el proceso, rehaciendo nuestro sentido del tiempo y la memoria. A través de su iconografía del mito negro, Halsey exalta los efectos curativos de la biomitografía, dirigiéndose directamente a aquellos de nosotros que conocemos la naturaleza sustentadora de vida de estas historias ancestrales. De ahí que la mayor hazaña de la instalación no sea su magnitud ni su prestigio institucional. Más bien es su capacidad para crear vida ante tanta muerte, para desenterrar un orgullo inmune a la denigración, una sinfonía subversiva de afirmaciones culturales ocultas a plena vista.
Esta reseña se publicó originalmente en Carla número 33.