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Aunque sutil y de muchas formas refinada, la exposición individual Fool’s Errand [Tarea de tontos] de Sessa Englund en el Hunter Shaw Fine Art evocó un cierto tipo de nostalgia juvenil. Dentro de una estética controlada, se perciben matices chic de centro comercial y un estilo de bricolaje de adolescente. Sin embargo, la obra no era extravagante ni de baja calidad: la exposición era simple, con emblemas juveniles y con alusiones de misticismo dentro del lenguaje visual de un minimalismo centrado en lo material. Láminas de látex ámbar colgaban libremente de los soportes rígidos de madera, mientras unas cadenas de cuentas colgaban de unas barras color cobre de la pared. Englund combinó gran variedad de referencias, desde el folclore del norte de Europa hasta piercings y muñecos troll, para crear una instalación de ensueño que susurraba en vez de gritar sus ideas. Fue precisamente esta moderación lo que hizo Fool’s Errand tan cautivadora.
En la exposición, Englund jugó con símbolos particulares de la adolescencia relacionados con el género, desde corazones y mariposas hasta piercings y tatuajes caseros. Estos símbolos van adquiriendo peso al convertirse en nuevos materiales —vidrio o metal— o al ser agrandados en proporciones exageradas. Unas crestas que parecían venas o raíces de árbol entrecruzaban dos cuadrados de látex marrón en el suelo. En el látex ámbar fueron burdamente tatuadas pequeñas palabras, resaltando la extraña conexión con la piel. En Twin piercings with chain and butterflies (piercing series) [Piercings dobles con cadena y mariposas (serie de piercing)] (todas las obras de 2021), se encuentran dos mariposas elegantemente talladas en caoba que ennoblecen el tatuaje usualmente desprestigiado conocido como tramp stamp. Las mariposas estaban sujetas a largos collares de cadenas de cuentas que colgaban de unos ganchos montados en la pared, similares a las barras de piercings. Englund creó esculturas cromáticamente reservadas y que fluyen con elegancia, a partir de imágenes llamativas y ordinarias, creando obras que parecen objetos de veneración —más bien como cuentas de rosario que como chucherías de centro comercial.
Las evidentes referencias al cuerpo, siempre implícitas, estaban notablemente ausentes en las construcciones de Englund. Además del látex con apariencia de piel y los collares, había estructuras de madera —el artista las llama “esqueletos”— que parecían suplentes de figuras. La obra Skeleton structure with pierced skin and hanger (structure series) [Estructuras de esqueletos con piel perforada y gancho (serie de estructuras)] es una construcción vertical, parecida a un armario que contiene un colgador de chaquetas de la que cuelga flojamente una forma de látex de color bronceado, semejante a una piel desollada o quizás a una prenda de vestir del pasado. En Upholstered skeleton structure with skin, heart and snakeskin (structure series) [Estructura esquelética tapizada con piel, corazón y piel de serpiente (serie de estructuras)], un marco de madera parecido a un banco sostiene un cojín tapizado con piel sintética de serpiente drapeado con un pedazo largo de látex, como si el supuesto cuerpo estuviese mudando la piel —mudando un trozo de piel por otro, como un joven probando diferentes identidades, explorando alternativas.
Junto con estas referencias de una juventud fugaz, Englund incorporó elementos de tradiciones populares del norte de Europa, como un “Hot Topic” dentro del Bosque de Bavaria. En Three burnt skeleton structure with hearts, marzipan, necklace and trolls (structure series) [Estructura de tres esqueletos quemados con corazones, mazapán, collar y trolls (serie de estructuras)], los corazones están fundidos en vidrio coloreado, dándole un sentido de perdurabilidad. Alrededor de cada corazón fundido hay zarcillos biomórficos hechos de mazapán carbonizado, un dulce pegajoso que cuando se endurece se utiliza como material para esculpir en el arte popular europeo. La obra se compone de tres estructuras de madera en forma de estantería, una de las cuales descansan en cuatro pequeñas figuras de trolls de hojalata que fácilmente podrían pasar desapercibidas; ocultas debajo de la construcción, sirviendo para una función práctica de diseño. Fundidos en estaño, los trolls hacen recordar otro ritual popular europeo, la molibdomancia, una forma de adivinación en la cual se vierte el plomo o estaño fundido en el agua, produciendo formas abstractas que luego van a ser interpretadas. Aquí la chuchería infantil se vuelve un fetiche profetizado.
Con Fool’s Errand, Englund extrajo la estética juvenil para crear una meditación en capas sobre lo efímero y la identidad. El uso transformativo de los materiales le brinda sustancia a cada obra, presentando los símbolos incorporados como algo elemental —como pedazos de cuerpos siendo aún formados—. Dentro de una arquitectura rectilínea de formas de madera tallada a mano, Englund introdujo más componentes orgánicos y nostálgicos como intervenciones simbióticas. Estas estructuras —“esqueletos”— son rígidas pero flexibles, ofreciendo un soporte y contraste para los materiales fluidos y transitorios que encarnan lo efímero de la juventud.
Esta reseña se publicó originalmente en Carla número 25.