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Metabolic Studio no se dedica a la crítica institucional, sino más bien a lo que podríamos denominar especulación institucional: ¿qué significaría construir una organización que supervisara infraestructuras públicas con un conjunto de puntos de referencia estéticos, económicos e ideológicos diferentes a los que estamos acostumbrados? El grupo diverso de artistas, ingenieros y diseñadores organizados en torno a la artista y filántropa Lauren Bon ha logrado varias proezas a gran tamaño en las dos últimas décadas, entre las que destacan la transformación de la parcela “The Cornfield” (ahora llamado Los Angeles State Historic Park) en un auténtico maizal (Not A Cornfield [No es un maizal], 2005–6) y el estudio del paisaje del californiano Owens Valley con una cámara estenopeica gigante fabricada con un contenedor de transporte (2010–en curso). La reciente exposición del grupo en el Pitzer College se centró en su mayor proyecto hasta la fecha, Bending the River [Doblando el río] (2012–en curso) —un esfuerzo de varios años para excavar en el concreto del canal del río Los Angeles y redirigir el agua que fluye hacia el océano para su uso en parques públicos—. Dado el ambicioso alcance de estas obras, subsiste cierta incertidumbre sobre lo que es realmente el Metabolic Studio: ¿se trata de un think tank utópico? ¿Es una empresa privada? ¿Una zona autónoma temporal? La exhibición, sin embargo, ilustró de forma impresionante lo que el grupo hace, modelando infraestructuras socioecológicas radicales y utilizando el lenguaje del arte para comunicar sus objetivos.
Aunque el trabajo de Metabolic Studio está orientado al futuro, tiene un pedigrí retro, que remite a artistas como Agnes Denes, Mierle Laderman Ukeles y Helen Mayer Harrison y Newton Harrison, cuyas intervenciones en el espacio y las infraestructuras urbanas en los años setenta y ochenta marcan una transición del land art al género más amplio y actual del eco-art. En las Pitzer College Art Galleries, Bon y sus colaboradores situaron en primer plano la imaginación y la frustración relacionada con intervenir en la notoriamente burocrática política del agua de Los Angeles. Cerca de la parte delantera de la galería se encontraba An Expanding Block of Weighty Permits [Un bloque de pesados permisos en expansión] (2022), que es exactamente eso: una mesa metálica cubierta de montones de documentos que archivan, en jerga legal, el enmarañado proceso de conseguir un derecho de agua privado para acceder al canal de concreto (un proceso que implicó más de 60 permisos). Si esta obra recuerda al espectador la estética prohibitiva de la planificación urbana, otras piezas transmiten una sensación de optimismo: New Public Infrastructures [Nuevas infraestructuras públicas] (2022) es un collage de 500 fotos que representa el corto tramo del río de Los Angeles que Metabolic Studio excavó para colocar tuberías de arcilla para redirigir el agua. En las fotos, las llamativas tuberías de color terracota contrastan con el entorno industrial del río de concreto en blanco y negro, sugiriendo un camino a seguir.
En otro lugar, A Flow Between the Roots and Microbes; Leachate/Filtration/Bioassay [Un flujo entre las raíces y los microbios; lixiviación/filtración/estandarización biológica] (2022) tenía el encanto de un ambicioso experimento de feria de ciencias, con matraces de agua destilada goteando en macetas de arcilla llenas de tierra contaminada con plomo y diversos tratamientos (incluidos biocarbón, mantillo, fermento vegetal y té de compost). El objetivo del aparato es determinar qué tratamientos del suelo pueden ayudar a descontaminar el agua del río —la ciencia ciudadana como escultura fomenta una mayor comprensión de la colaboración entre especies—. La pieza más impresionante de la exposición era Living Room [Sala de estar], una pila de barro formada por troncos quemados, mantillo, tapones de micelio, roble y compost, regada con agua de lluvia a través de una tubería de arcilla. Un lavado expresionista de la arcilla rojiza cubría las paredes circundantes, mientras que las piñas y las rocas esparcidas por el montículo contribuían a la elegancia ligeramente escénica de esta preparación de barro. La pieza es una neoexcavación estratificada conceptualmente, un eco medioambientalista del clásico ensamblaje de tierra y hierba de Hans Haacke, Grass Grows [Hierba crece] (1967–9).
Aunque la mayoría de las obras de la exposición formaban parte del proyecto más amplio de Bending the River, otras hacían referencia a proyectos anteriores del grupo: una fotografía de Not A Cornfield (Ninety Miles of Irrigation Stripping [Noventa millas de desbroce de regadío], 2005) aportaba sentido de la trayectoria de Metabolic Studio, mientras que Sound Map of Payahuunadü [Mapa sonoro de Payahuunadü] (2014–15) ponía de relieve el enfoque multisensorial del grupo a la hora de cartografiar ecosistemas. La pieza consta de una imagen aérea del lago Owens en el Central Valley —región a la que se refiere el título por su nombre en paiute— así como de un sistema de salidas de audio interactivas que indican los paisajes sonoros de los lugares de la zona. El lago está ahora seco, vaciado por el acueducto de Los Angeles y la insaciable sed de la ciudad.
Este fue un show sobre el agua, y la turbulenta historia del río de Los Angeles añade una complicada capa a la obra. El río de 51 millas fue canalizado con concreto por el Army Corps of Engineers [Cuerpo de Ingenieros del Ejército] a mediados del siglo XX para controlar las inundaciones. Desde entonces, se ha convertido en un monumento a las contradicciones naturales y culturales —una autopista desolada que une los barrios racial y económicamente divididos de Los Angeles y un desagüe para el agua de lluvia en una región afectada por la sequía—. Los indígenas tongva vivieron antaño a orillas del río, propenso a las inundaciones; hoy, el río es un recuerdo tecnocrático del encuentro colonial y sus violentas consecuencias. Bon es lúcida en sus esfuerzos por reparar el río. También es, cabe decir, miembro de la familia Annenberg y vicepresidenta y directora de la Fundación Annenberg, una organización filantrópica de élite. Metabolic Studio solo puede hacer lo que hace gracias a una forma anómala de acceso institucional y a una financiación sustancial. Así pues, la obra representa una paradoja totalmente oportuna que se sitúa entre la privatización y la posibilidad radical.
Bon es actualmente la única persona particular autorizada a desviar agua del río L.A. y su deseo declarado de acabar con este “derecho privado de agua” en un nuevo y equitativo eco-comunitario parecerá a algunos como algo equivocado o demasiado utópico¹. Sin embargo, Bending the River es muy eficaz como proyecto público factible y como provocación. Se trata de un plan convincente para una vía fluvial asediada y una oportunidad para que el público se pregunte: ¿de qué está hecho el futuro? ¿Quién decide qué pasa con el espacio público?
Esta reseña se publicó originalmente en Carla numero 31.