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Fotos de Paloma Dooley
La historia está registrada en los paisajes de Southern California que ocupamos, no solo en las capas geológicas de la tierra, sino también en las plantas y organismos autóctonos que persisten aquí a pesar del rápido desarrollo, los cambios climáticos y la proliferación de especies invasoras. Esta historia guía las diversas prácticas de cultivo a través de las cuales los artistas presentados en la tercera entrega de “L.A. Harvest” conectan con la tierra que les rodea. El legado, la tradición y la memoria conducen a la innovación cuando los espacios pasan a manos de personas que dan un paso al frente para cuidarlos bien.
Ya sea en un sótano o en un patio trasero, estos artistas abordan diversas historias escritas y no escritas de la tierra a través de sus prácticas experimentales y basadas en el aprendizaje. Habiendo crecido en una reserva, Emma Robbins pasó mucho tiempo en la naturaleza. Hoy, el floreciente patio trasero de su familia en la ciudad está lleno de posibilidades, sobre todo porque experimenta de nuevo la naturaleza a través de los ojos de su pequeña hija. Mientras tanto, bajo el concreto, el laboratorio micológico de Sam Shoemaker alberga a los descendientes modernos del reino de los hongos, de mil millones de años de antigüedad, algunos de ellos recogidos de las calles de Los Angeles. Paul Mpagi Sepuya mantiene el jardín de su patio en homenaje al antiguo propietario de su casa y, al cambiar el paisaje por plantas autóctonas, también honra a la propia tierra tongva.
Estos artistas crean un canal entre el pasado y el futuro al cuidar del nuevo crecimiento mientras honran el conocimiento, las prácticas y las vidas de aquellos que vinieron antes que ellos.
Emma Robbins
Rizos de jazmines fragantes trepan por la valla trasera de la casa de Echo Park de la artista y activista Diné Emma Robbins. Altas y abundantes malezas brotan por todo el patio, y las capuchinas comestibles florecen en abundancia. Trabajar en la casa ha sido una tarea significativa, pero también una forma de enraizarse. A continuación, planea sustituir las plantas existentes por gramíneas y flores silvestres autóctonas. Robbins, que creció en la reserva de la nación navajo, es la primera persona de su familia que posee unacasa y lucha con lo que significa criar a su hija de dos años, Pinny, como una “nativa urbana”. La vida en la ciudad puede ser una dura yuxtaposición a la tendencia de los navajos a, como dice Robbins, “seguir la corriente”. Pero Pinny —que lleva el nombre del piñón, una planta importante para los navajos— se fija en los cambios del jardín y se los hace ver a Robbins por primera vez. Observa los pájaros y besa las flores en su jardín.
Sam Shoemaker
El “jardín” de Sam Shoemaker florece bajo tierra. En el sótano de su estudio hay un espacio estéril que alberga especímenes de hongos en frascos de cristal, viales y placas de Petri y una sala con tiendas de campaña en las que las muestras maduras crecen al 92 % de humedad. A pesar de las antiguas prácticas mundiales de recolección y cultivo de setas, la tecnología que le permite criar especímenes tan diversos en su laboratorio es más reciente de lo que podemos creer. La práctica micológica experimental e intuitiva de Shoemaker ha iluminado un sinfín de posibilidades: ha trabajado con especies nativas, con especies autóctonas, venenosas, bioluminiscentes y comestibles. Ahora, en su laboratorio, hileras de hongos de color crema brotan de bolsas de plástico sudorosas y llenas de sustrato, y muestras espinosas germinan en placas de Petri. Shoemaker es miembro de la Los Angeles Mycological Society (LAMS, Sociedad Micológica de Los Angeles) y afirma que sus reuniones parecen estar haciendo historia, ya que el campo se encuentra en un momento de rápidos descubrimientos.
Paul Mpagi Sepuya
En su cuenta de Instagram @misslottiesgarden, Paul Mpagi Sepuya comparte actualizaciones regulares sobre su jardín. La Abutilon palmeri, escribe, le enseñó paciencia; la milenrama y los girasoles de arbusto “no son los más vistosos, pero hacen su trabajo”. El jardín de Sepuya está dedicado a Lottie, quien crio a su familia y finalmente falleció en la casa de West Adams, donde había vivido desde los años 70. El barrio ha sido hogar de generaciones de familias negras de Louisiana que se mudaron en oleadas durante la Gran Migración. Lottie creció en Louisiana no muy lejos de donde ahora reside la madre de Sepuya —una conexión que él cree que llevó a su familia a aceptar su oferta por la casa—. Establecer un jardín de plantas nativas ha requerido experimentación: ahora, las margaritas de playa prosperan junto a un arbusto de malosma que está siendo podado y moldeado para convertirse en un árbol ancho. Al cuidar el jardín de Lottie, Sepuya honra la tierra al honrar a quienes pasaron tiempo en ella antes que él.
Esta ensayo se publicó originalmente en Carla número 32.