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En Enero, la flácida cáscara fantasmal de un árbol caído se extendía por las dos galerías principales de la galería Commonwealth and Council. La piel vacía, incrustada de corteza y trozos de madera muerta, parecía la secuela de un acto vampírico, succionada hasta dejarla seca y pálida. De la pared que rodeaba este gesto de naturaleza mermada colgaban serenos rostros moldeados en porcelana, señalando hacia una presencia humana más cálida, incluso al tiempo que la amenazante sonrisa del logotipo de Amazon se asomaba de entre las cercanas piezas realizadas a base de cajas de cartón trenzadas. Esta mezcla de referencias humanas, naturales y corporativas en la reciente exposición de Clarissa Tossin, Disorientation Towards Collapse [Desorientación hacia el colapso], dio como resultado una exposición que se interpretaba como una especie de advertencia cósmica. Las obras revelaban el alcance de nuestra tragedia actual, ya que habitamos un mundo que se está asfixiando y calentando desde hace varias décadas, y durante las cuales estas advertencias han sido más o menos ignoradas.
Death by Heat Wave (Acer pseudoplatanus, Mulhouse Forest) [Muerte por ola de calor (Acer pseudoplatanus, bosque de Mulhouse)] (2021), la pieza central de la exposición (y la llamativa), es un molde de silicona de un arce sicómoro que murió tras una ola de calor en la campiña francesa, no muy lejos de donde Tossin se alojaba durante una residencia en La Kunsthalle Mulhouse. Con su postura supina y sus ramas huecas dispuestas en fibrosos racimos pulmonares, parece como si se hubiera extraído de un enorme pulmón, lo cual resulta ecológicamente apropiado si tenemos en cuenta la función principal de un árbol. Esta gran escultura fue emparejada con dos esculturas de ramas más pequeñas realizadas mediante el mismo proceso. Aunque no comparten la misma sublimidad de escala, estos tubos enmarañados más modestos parecen una especie de infraestructura fisiológica extraída y momificada para su exhibición. Una montada en la pared y la otra invertida —enganchada al techo con sus ramitas arrastrándose hacia el suelo—, se titulan Rising Temperature Casualty (Prunus persica var. nucipersica, home garden, Los Angeles) [Víctima del aumento de temperatura (Prunus persica var. nucipersica, jardín de casa, Los Angeles)] y Rising Temperature Casualty (Persea americana, home garden, Los Angeles) [Víctima del aumento de temperatura (Persea americana, jardín de casa, Los Angeles)] (ambas de 2021). Ambas proceden de un árbol del patio trasero del artista y, como sugieren los títulos, también fueron víctimas del aumento de las temperaturas, siendo el desprendimiento de sus ramas el resultado de un posible acto de conservación. Resulta más difícil ignorar una amenaza cuando está más cerca de casa, o cuando ocurre literalmente en tu patio trasero. Estos aspectos autobiográficos hacen que la amenaza real del cambio climático se perciba de forma más inmediata que los titulares sobre el colapso de las plataformas de hielo y el derretimiento del permafrost. La presencia de Tossin entre las obras de arte expuestas subraya la inmediatez de la amenaza. En la pared más cercana a la base del tronco del árbol había seis rostros de cerámica que, en conjunto, conforman Becoming Mineral [Volviéndose mineral] (2021). Hechas a partir de moldes del rostro de la artista, algunas de las máscaras desafían los límites de lo reconocible: una de ellas apenas contiene dos ojos, una nariz y una barbilla, como si estuviera parcialmente sumergida en el agua. Esta cualidad líquida se ve reforzada por un efecto de marmoleado que resultó al combinar arcillas de colores con una porcelana de tonos más claros. La expresión serena de los rostros se aleja, camuflada tras la superficie marmórea. Tanto si se interpretan como máscaras mortuorias (no muy distintas del propio árbol) o como fósiles humanos mineralizados, transmiten una sensación tanto de partida como de arraigo. Algo se ha ido, dejando un rastro, o se ha intercambiado: siendo lo orgánico sustituido por lo mineral. En esta obra, Tossin somete su cuerpo a esta inevitabilidad, reconociendo y comulgando con sus orígenes minerales.
Cuatro obras realizadas con cajas de cartón de Amazon trenzadas llevan lo autobiográfico en una dirección más tortuosa. Tossin es originaria de Brasil, un país que se nutre del agua del Amazonas al tiempo que sus selvas tropicales se enfrentan a un ataque perpetuo. Aunque uno de los collages está hecho únicamente con cajas de Amazon (y comparte el título de la exposición), los otros tres entrelazan fotografías extraplanetarias con las cajas de Amazon utilizando una técnica de tejido tradicional brasileña. Tituladas Future Geography [Geografía futura] (2021) e identificadas por los fenómenos astronómicos que aparecen (el cráter Jezero, en Marte; el cráter Shackleton, en la Luna; y el cúmulo de estrellas Híades, respectivamente), las impresiones fotográficas, mágicas y casi abstractas, se entrecruzan con el cartón; los signos omnipresentes del capitalismo global son fácilmente identificables. En la obra realizada íntegramente a base de cartón, Disorientation Towards Collapse [Desorientación hacia el colapso] (2020), las enmarañadas geometrías de los logotipos de la sonrisa de Cheshire de las cajas aplastadas forman una composición en forma de “X”, como si sugirieran una relación inextricable entre el cosmos, la artesanía y el capitalismo.
La influencia de Amazon se expande ahora más allá de la superficie de la Tierra a través de Blue Origin, la empresa aeroespacial y de vuelos espaciales fundada por Jeff Bezos que busca “expandirse, explorar, encontrar nuevos recursos energéticos y materiales, y trasladar al espacio las industrias que estresan a la Tierra”1. A medida que Amazon y otras megacorporaciones se vinculan más con el cosmos, los futuros que antes se veían lejanos parecen ahora inminentes. Este tipo de arrogancia “bezosiana” socava las polvorientas fantasías de ciencia ficción, tiñendo sus visiones futuristas con los problemas actuales de los que, quizás ingenuamente, asumimos que algún día escaparemos. Las cajas que llegan a diario a las puertas y a los buzones son presagios de un desarrollo humano en expansión que, por muy esperanzador y aspiracional que sea, está enredado con la capacidad endémica de la humanidad para ignorar las advertencias existenciales en favor del beneficio económico o la comodidad. Mediante el empleo de materiales y técnicas tradicionales, como la arcilla y el tejido, dentro de un discurso sobre la naturaleza y su desaparición, Tossin presenta una perspectiva con más matices que la puramente apocalíptica: por debajo de los avances tecnológicos y capitalistas que siguen malogrando y cercenando nuestra relación con la tierra, subyace una conexión con ella que puede resultar más duradera.
Esta reseña se publicó originalmente en Carla número 28.