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Mientras trabajaba en este número, me encontraba a solo unas semanas de dar la bienvenida a mi primer hijo y estaba inmersa en un período de construcción del nido muy intenso. Cuando leía cada artículo, el tema del hogar, que tanto preocupaba a mi vida personal, parecía resurgir una y otra vez. Los artistas y escritores de este número exploran la noción de hogar desde diversas perspectivas: algunos lo ven como una celebración de la comunidad y del lugar, para otros es un tejido complejo de historias familiares marcadas por el desplazamiento y para muchos el hogar es un espacio lleno de matices premonitorios. En estas páginas, y en nuestras propias realidades, el hogar es algo complicado y multifacético.
En este momento, es imposible hablar de hogar sin mencionar a las decenas de miles de personas en toda la Franja de Gaza que han perdido sus hogares, sus seres queridos o incluso sus propias vidas. El horrible genocidio del pueblo palestino, organizado desde el estado, tras las atrocidades cometidas por Hamas, debe cesar. “Gaza es ahora de un color distinto visto desde el espacio. Es una textura diferente”, expresó el científico ambiental Cory Scher al analizar imágenes satelitales de la región1, intentando describir el desmedido nivel de devastación causado por los bombardeos israelíes. En un lugar donde casi la mitad de la población son niños, el único camino hacia la paz es un alto al fuego inmediato.
Aunque no se corresponde de ninguna manera con la brutal realidad que se vive en Gaza, ha sido inquietante oír hablar de nuestros colegas del mundo del arte —escritores, trabajadores del arte y artistas por igual—, los cuales se han enfrentado a respuestas negativas por alzar su voz en defensa de la vida palestina. La gente ha perdido puestos de trabajo, se han eliminado artículos de publicaciones y coleccionistas han devuelto obras de arte a las galerías. La censura y las represalias dentro de nuestra comunidad sientan un precedente peligroso y nos hacen dudar a la hora pensar que podamos comentar públicamente sobre estos temas. Cuando comencé esta revista en 2015, fue con la visión de que la crítica de arte podría ser algo que se resistiera a las verdades únicas de arriba hacia abajo y a las formas binarias de pensar; quería que la publicación fuera una que apoyara a los escritores a través del proceso íntimo de articular el pensamiento sobre temas complejos. En Carla valoramos el poder de la escritura crítica y seguiremos fomentando una plataforma que apoye y defienda exactamente eso.
El propio mundo del arte es una especie de hogar, uno que alberga una gran diversidad de individuos, perspectivas y convicciones estéticas, todos reunidos bajo la creencia de que la comunicación visual es importante, puede provocar cambios y tiene la capacidad de inspirar nuevas formas de pensar. Desde este enclave elegido, todos merecemos el derecho a vivir libremente y con integridad, y en Carla pondremos de nuestra parte para seguir imaginando un mundo del arte que modele los principios de equidad e inclusión que valoramos en el mundo exterior.
Lindsay Preston Zappas
Fundadora y Editora Jefe