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Para Wendy Park, era el relajante aroma del bálsamo de tigre de su madre, el recuerdo de la copa nocturna de su padre (Crown Royal con tres cubitos de hielo) y el sonido ambiente del noticiero nocturno coreano. Para mí, era mi madre escabulléndose a por un trozo de chocolate negro mientras mi padre dormitaba en el sofá viendo Antiques Roadshow. En la exposición OFF THE CLOCK [FUERA DE HORARIO], Park puso especial esmero en representar los ansiados rituales de descanso que sus padres aguardaban al final de cada jornada laboral. Hay una cualidad casi cinematográfica en la manera en que Park impregna de un lujo inesperado las rutinas familiares de la clase trabajadora inmigrante de Los Angeles: sus referencias a los objetos de la nostalgia de la infancia en los 90 son un reflejo de los aspectos de mi educación como hija de inmigrantes eritreos de clase trabajadora. Muchos de los primeros recuerdos de Park se centran en el trabajo, y los objetos de sus cuadros —incluso las baratijas que asocia con el descanso— están ineludiblemente ligados al mundo laboral y al comercio. ¿Qué implica que nuestros recuerdos más potentes, los de esos momentos íntimos e intermedios compartidos con los seres queridos en espacios domésticos, estén condicionados por el trabajo? Park recoge estas ocasiones fugaces y las plasma sobre el lienzo para presentar una nueva e inspirada forma de reconciliarse con la experiencia de la clase trabajadora.
En estas composiciones a gran escala, rojos y verdes profundos dan paso a rosas y morados pastel, tonos que son a la vez chillones y banales. Los cuadros de Park tienen una factura precisa y realista, si bien muy gráfica: la representación inconfundible de los rotuladores Crayola, un recipiente de Shin Ramyun y un par de Levi’s oscuros se enfrenta a una bidimensionalidad juguetona, similar a la del collage, propia de las coloridas ilustraciones de los libros de cuentos, en las que las perspectivas se deforman y cada elemento adquiere un sentido compositivo. El mando a distancia de Sony que aparece en primer plano en Off the Clock (todas las obras de 2022) parece más grande que la vida misma, apuntando quizás a la irresistible atracción de una tarde en el sofá después de un largo día de trabajo. Su paleta vibrante y sus formas redondeadas insinúan una especie de nostalgia de los años 90 (un color verde gak aparece en varias obras, un linóleo fucsia moteado en otras) que hace de la reflexión personal algo irresistible para un espectador de cierta edad.
Heart Apples and Hangers [Corazones de manzana y perchas] es una mezcla afectuosa de la constante fugacidad de la vida laboral y de la ternura igualmente omnipresente del hogar. Tres trozos de manzana que recuerdan vagamente a corazones esperan a ser comidos en un plato que descansa sobre una mesa llena de perchas. El tentempié parece representar los dulces momentos de respiro que interrumpen la implacable tarea de llegar a fin de mes. El tiempo no se detiene por nadie y, sin embargo, un padre que se las apaña para pausar el reloj durante el tiempo suficiente para obsequiar a su hijo con un pequeño capricho se siente como un emblema del espíritu familiar y perseverante del ocio que se salvaguarda frente a la existencia, por lo demás laboriosa, de la vida de los inmigrantes en este país.
Los cuadros de Park celebran esa particular forma de ingenio de los inmigrantes que es muy anterior a la máxima “cero desperdicio”, el deber práctico de reutilizar casi todo lo que entra en los hogares de los inmigrantes. En Crown Royal Supplies [Materiales de Crown Royal], la regia bolsa púrpura con cordón que en su día contenía el Crown Royal de su padre ha sido reconvertida en un estuche para material escolar: ceras y rotuladores Crayola, lápices y una goma de borrar rosa surgen de su nuevo hogar. En Poker Story [Cuento del póker], una caja de cartón gigante y una fina plancha de madera sin tratar se convierten en una mesa de juego al aire libre. En Lemon Soju [Soju de limón], un bloque de hormigón lleno de soju y limones forma un elegante bar. El fondo de baldosas rosas hace destacar la ordinaria botella verde translúcida, confiriéndole la categoría de estrella en un brillante anuncio de revista y transformando el bloque de hormigón en un digno pedestal, un testimonio del tratamiento pictórico que Park da a cosas que de otro modo serían desechables. De pequeña, antes de ir a la cafetería en la que trabajaba como camarera, mi madre solía dejar notas para mis hermanas y para mí escritas en el reverso de las órdenes de Grand Slams y huevos estrellados. Las latas metálicas de galletas se convertían en kits de costura; los botes de cristal vacíos de salsa de tomate se transformaban en recipientes para la mantequilla clarificada.
La vida de la clase trabajadora ha sido un tema recurrente en la obra de Park, con un énfasis especial en los bazares del sur de California. Es claro que la cultura del comercio fue importante durante su infancia. En muchos de los cuadros de OFF THE CLOCK ha seguido jugando con estos temas. Una inspección más detallada de Lemon Soju revela una pequeña pegatina de color naranja de neón con el precio. La caja reutilizada de Poker Story también está llena de pegatinas con los precios. Levi’s Inventory [El inventario de Levi’s] muestra versiones dobladas de los populares vaqueros en azul y negro, que aparecen colgadas junto a un pilar de las ferias de intercambio de Los Angeles: una camiseta blanca de algodón Pro Club gruesa. En la esquina superior del cuadro un cartel de dimensiones considerables dice “6,99 dólares”. Park ha comentado que, de niña, el lugar de trabajo de su padre (la feria de intercambio) “se convirtió en su patio de recreo”1. Me la imagino corriendo aventuras entre los percheros de ropa mientras espera pacientemente a que termine el turno de su padre, de forma parecida a como yo me senté una vez ante la barra de la cafetería, soñando despierta frente a un plato de patatas fritas y un té helado de frambuesa esperando a que mi madre fichara.
Los niños de primera generación con padres de clase trabajadora solemos lamentar el grado desproporcionado en que las identidades de nuestros padres —y, por tanto, nuestros recuerdos— se vieron moldeados por el trabajo. Park reconoce esta realidad, pero cambia su enfoque. Para contrarrestar, rinde homenaje a los preciados momentos en los que las versiones más auténticas y relajadas de nuestros padres salían a la calle y se sentaban un ratito entre sus turnos de trabajo. Este enfoque romántico y revelador invita a recordar con ternura la fruta en forma de corazón y las reservas de chocolate negro. Consigue resaltar estos placeres efímeros y ofrece una nueva lente a través de la cual podemos extraer nuestros recuerdos más formativos.
Neyat Yohannes es una escritora afincada en Los Angeles. Entre otras, publica en Current de Criterion, Mubi Notebook, Bright Wall/Dark Room, KQED Arts, cléo journal, Playboy y Chicago Review of Books. En otra vida se dedicaba a escribir boletines de retraso a estudiantes que llegaban tarde.
Esta reseña se publicó originalmente en Carla numero 30.